Se busca…
Por Jared Laureles
La semifinal entre Toluca y Pachuca estaba expensa de terminar con un marcador favorable para los diablos; los focos rojos se encendían y una barra en la parte inferior del televisor anunciaba un reporte especial sobre la presunta desaparición del Jefe Diego. Toluca avanzó a la final y Televisa cedió su espacio deportivo a un programa especial que despejaría dudas. La versión sólo consistió en imágenes del rancho “La Cabaña”, y desmintió el posible secuestro y ejecución del político panista. Acompañado de palabras políticas dolosas de César Nava y Cuauhtémoc Cárdenas.
Las semblanzas comenzaron a pintar a un ex candidato a la Presidencia de la República por el Partido Acción Nacional en 1994, diputado federal y senador de la República. Ha sido un personaje político controvertido, ha ganado litigios millonarios y ha sido un crítico a la dirigencia de César Nava en el PAN.
Diego Fernández de Cevallos había sido secuestrado la noche del 14 de mayo en Querétaro cerca de su hacienda, en el municipio de Pedro Escobedo. La noticia se escurrió entre rumores: diversos noticiarios informaron sobre una posible desaparición. Manuel Espino echó leña al fuego y señaló en twiter que “hay mucho rumor sobre la desaparición del Jefe Diego, me dicen que está muerto y el cuerpo en el campo militar de Querétaro. Muy lamentable!”. El otro tinte se torno en una batalla mediática, que sin confirmar la información, se hablaba de un secuestro.
A partir de ahí la noticia se hizo rumor, los medios informaban lo que querían, pero insistían a que la procuraduría de Querétaro confirmará lo que ellos ya habían dado por supuesto. Ninguna autoridad asumió el caso para apaciguar la noticia; sólo el aparato oficial de Los Pinos insistió en revocar la versión de Espino.
El hecho nuevamente tocó fibras sensibles hacia el exterior: el propio presidente español José Luis Rodríguez Zapatero afirmó: “Sé que es un amigo y un hombre de gran importancia, de gran relevancia política en México. Deseamos su pronta liberación. Condenamos la criminalidad, condenamos los secuestros y estamos siempre muy cerca de México y de su presidente en esa lucha ejemplar que está llevando a cabo”. El caso Diego era ya un asunto de Estado.
Hablar de una posible desaparición resulta poco incongruente dentro de un contexto llamado “guerra contra el narco”. Hablar de un secuestro es mañoso y disgustante para la sociedad, por aquellos quienes creen que ya ni conciencia se tiene; era obvio que tipificar el hecho como un secuestro implica el contacto inmediato de los responsables con los familiares, y autoridades, para fijar la suma de un posible rescate. Y eso que la familia pidió, el 18 de mayo, que se comuniquen con ellos para fijar un rescate. Si fuese secuestro, ¿quién lleva la tutela?
El argumento más tangible era un ajuste de cuentas entre grupos políticos o un presunto levantamiento por parte de algún cártel. Fernández de Cevallos había quitado las primeras planas sobre la presunta captura de “Nacho” Coronel, capo considerado como dueño de la plaza en territorio jalisciense y brazo principal del cártel de Sinaloa.
La autocensura por parte de Televisa, el pasado 17 de mayo, deja más especulaciones que sensibilizar la opinión pública mexicana argumentando que no se informaría más sobre el hecho debido al “respeto a la familia” y “el respeto a su vida”. “Es una decisión de anteponer la vida de Fernández de Cevallos en el ejercicio periodístico. No ha sido una decisión fácil, pero es una decisión firme”.
La postura de Televisa en desistir sobre seguir informando no debe menospreciarse. Carlos Loret de Mola señalo que si el tema Paulette se cubrió fue porque la familia de la pequeña lo concedió. Con Fernández de Cevallos la familia no lo pidió; la televisora asumió, más que ética en el ejercicio periodístico, silencia un hecho que a la población compete y que deja al descubierto el poder de penetración de la delincuencia, no sólo a las capas bajas de la sociedad sino ya tocó a la clase empresarial.
Exhibir a un jugador (Salvador Cabañas) convaleciente en entrevista exclusiva de noticieros Televisa, ¿no respeta su vida?, la esposa estaba más preocupada por la salud del jugador que atender declaraciones. El caso Paulette fue manoseado a tal grado de generar en la opinión pública un repudio hacia la figura maternal de la niña ¿por qué no se respeto a la familia? En este caso, el ejercicio “farándula” se puso por encima del vocablo respeto.
Si la televisora no va informar, por lo menos que alguna autoridad federal asuma la responsabilidad de informar en conferencias de prensa -como se acostumbra- el avance que ha llevado las investigaciones. Si no se informa, entonces en qué sistema político estamos inmersos: nuevamente la impunidad, nuevamente nos vieron la cara, más que de ciudadanos con el derecho a pedir cuentas claras, como público espectador.
Ante el hecho, vale la pena preguntarse ¿qué hacía un político de ese rango sin escoltas?, ¿por qué fue desaparecido justo a la entrada de su hacienda?; si hubiese sido producto de un atentado por parte de algún cartel, conociendo su calidad operativa, lo hubieran dejado en algún barranco de media carretera. Si la autoridad, y el principal medio de comunicación no dan explicación “por respeto a la vida del ex candidato”, entonces demos beneficio a la duda.
martes, 8 de junio de 2010
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